miércoles, 2 de febrero de 2011

Vida en la mayor



Tras un compás de nueve meses de silencio empieza la primera nota, conmovedora sin duda, el público aplaude de alegría al oír aquel do agudo de llanto infantil. Comienza la melodía, simplemente suenan débiles notas agudas puestas al azar en el pentagrama sin ninguna base que pueda poner orden. La percusión lleva un ritmo irregular que sigue el sonido de sus primeros pasos en el mundo.

Comienza a hablar y la melodía aumenta progresivamente su intensidad, los primeros acordes de tónica se empiezan a vislumbrar entre aquellas persistentes notas agudas y todo empieza a tener sentido. Va a la escuela, allí le hablan de las notas, de los silencios, de los compases y de muchas más cosas que él, debido a que apenas lleva cinco compases sonando, todavía no comprende. Sin embargo la joven melodía se deja llevar por esos conceptos.

La canción madura a paso de 4 por 4 y ya tiene un acompañamiento decente para llegar a ser una de las grandes. Aumentados y disminuidos se alternan a la perfección en una estructura espléndida, domina la dinámica y sabe cuando frenar a tiempo para realizar al rato un gran apasionatto que deja al público petrificado, realmente aspira a convertirse en una obra maestra. En los momentos dramáticos sonaba en un menor intenso, pero sabía que con el paso de los compases volvería la felicidad del la mayor.

En su edad adulta, la melodía opta por descansar. Ya se esforzó mucho en su juventud y ahora lleva una estúpida combinación de "tónica, subdominante, dominante, tónica" que no tiene ningún mérito, pero no le importa porque ella sigue sonando y eso le basta.´

Sigue sonando y cada vez pierde más intensidad, ya no es lo que era. Trabaja en un kentucky, olvidó su sueño de convertirse en obra maestra y pasó a ser una canción pop como otra cualquiera al servicio del sistema. El pedal dejó de pulsarse hace mucho y ya no recuerda absolutamente nada de sus inicios, de como aquella melodía le bastaba para ser feliz, de como en su paso por el colegio sonaban aquellos arpegios que, en escala mayor, daban alegría a toda la panda.

Unos arpegios más y todo habrá acabado. Una dulce melodía aguda suena como en aquellos maravillosos comienzos, pero ahora es todo muy diferente, se va apagando, las notas tropiezan unas con otras y algunas apenas son audibles. El público murmura indignado ya que esperaba escuchar la melodía tan grandiosa que les habían prometido, con un final apoteósico.

Do#, fa, do#......... El pianista sale llorando del escenario mientras el público le abuchea. La partitura comenzó a arder, sin embargo no importa, no es más que papel quemado.